viernes, 30 de octubre de 2015

“Me haré cargo de mis acciones”



Noviembre, 1876. En una granja en las afueras  de Southampton, Inglaterra,  una porción de tierra convertida en chacra  rememora a una estancia bonaerense y alberga a un exiliado de la vida política argentina. Juan Manuel de Rosas me recibe, y así a mi pluma, para ser entrevistado con un semblante que inspira respeto.


¿Qué le diría usted a sus detractores que lo califican como “tirano”?
Déjeme aclarar esto, si se me permite una modesta y fiel a mis actos, descripción de mi persona. Me haré cargo de mis acciones, Dios y la posteridad se encargarán de juzgarlas, que no fueron otras que las de un patriota justiciero que mantuvo viva en sí la filosofía católica y un agradecimiento al Altísimo por el sustento diario. Actué como mi conciencia y el deber histórico así me lo dictaron, por supuesto, eso me ha valido más de un enemigo, y difamaciones durante mi gobernación en Buenos Aires y en estos años de exilio. Durante los cuales me dedico a la confección de escritos que sabrán encontrar las plumas de la posteridad.
Los representantes unitarios calificaron  a la figura del caudillo como un impostor, alguien que representa a una clase de la que no forma parte para su propio rédito personal ¿Usted qué piensa al respecto?
Pienso que tales descripciones, aparte de surgir de la ignominia y el rencor, son hechas por personas que nunca podrían entender la fervorosa pasión que motiva a los hombres a defender sus ideales. Es cierto, el origen de algunos caudillos está marcado por haber nacido en cunas de familias pudientes; pero más importante que dónde nacemos o en qué forma  morimos,  es qué hicimos con nuestros destinos en las circunstancias dadas.
¿Cómo juzga usted el panorama económico de la Nación Argentina en la actualidad?
Luego de oponerse a mi –aún precaria- política de industrialización, Sarmiento y Mitre no tardaron en imponer su proyecto agro-exportador, alegando el “civilizado” Sarmiento,  que el pueblo del Río de la Plata era  de pastores por excelencia y poseedores de materias primas en enorme escala y que era conveniente enviar estas materias primas a Europa, para que vuelvan convertidas en manufacturas y estuvo apoyado por Mitre que afirmaba que la paz, el orden y las franquicias comerciales eran la mejor protección. El proyecto elegido representó un avasallamiento atroz sobre la soberanía del Río de la Plata y, años más tarde, sobre Argentina constituida como Nación.
¿Qué representa para usted la figura de Mitre en la historia Argentina?
Es preciso aclarar que no pienso en Mitre solo como en la figura de poder que tuvo bajo su cargo el gobierno de un recién constituido país, tras la nefasta batalla de Pavón; sino un largo camino (me atrevo a predecir, del cual todavía falta mucho por recorrer) de sumisión ante los enemigos externos de la Patria (a los cuáles con tanto ímpetu, aunque manteniendo cierta diplomacia, enfrenté) y de cobijo a los traidores internos; que se empeñaron ferozmente en que la Argentina, como la conocemos ahora, sufra un proceso de europeización
¿Qué opinión le merece el Chacho Peñaloza?
El chacho Peñaloza murió en 1863 cumpliendo un deber con su Patria y con los que representaba. Intentando, hasta las últimas consecuencias, derrocar a los liberales mitristas. En la figura del Chacho se completan todas las expectativas que se le atribuyeron a Urquiza y fueron incumplidas. Peñaloza peleaba en nombre de Urquiza y ¡altísima ironía! Deslindose este de toda responsabilidad, dejando a los más desprotegidos de nuestra nación fuera de la ley.
¿A qué se refiere cuando habla de desprotegidos?
Me refiero a los relegados del modelo liberal, a la agrupación de rebeldes contra el Estado Nacional, aquellos que estaban fuera de la ley y cuya sangre, según las propias palabras del civilizado Sarmiento, “no había que escatimar”. Las montoneras.
¿Qué significó para usted la guerra de 1865 contra el Paraguay?
La guerra contra el Paraguay no fue otra cosa que un intento deliberado de desestabilización de la autonomía nacional y de debilitamiento de uno de los países más ricos de América del Sur. El verdadero enemigo del país era el mitrismo; los relegados lo sabían, por eso se resistieron y se rebelaron contra este enfrentamiento innecesario y, en algunos casos, hasta desertaron. Increíblemente, tras 5 años de duración, el país vecino quedó devastado y la resistencia popular, debilitada. Doble objetivo cumplido.
¿Hay en sus pensamientos algún mensaje que quiera dar a conocer para el pueblo argentino?
Sí, y seré breve: soy el único responsable de todos mis actos, de mis hechos buenos como de los malos. Pero la justicia para serlo debe tener dos orejas: aún no se me ha oído.

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